La lectura de Encarna Atienza nos explica detalladamente qué es el portfolio del profesor, y las características que lo definen como herramienta de autoformación.
La autora destaca dicha herramienta como un modo de entender el complejo proceso enseñanza- aprendizaje, exigiendo al profesional docente una reflexión permanente sobre el citado proceso y una actitud de autocrítica.
Por otra parte, el portfolio invita a la interacción con otros compañeros y de esa manera construir un conocimiento en cooperación con otros.
Se alimenta también de las creencias, valores, del principio de la investigación en acción y de la escritura formativa.
No sigue un modelo concreto, sino que es un documento de marcado acento personal, y en él se va a reflejar al docente con sus virtudes y sus defectos.
Es un instrumento vivo y dinámico, siempre en constante evolución.
Tiene una proyección hacia el futuro, en cuanto a que el profesor va a reflexionar sobre las posibles mejoras para incorporarlas más adelante en el proceso de aprendizaje- enseñanza.
Encarna Atienza también revela lo que no es un portfolio, no se trata de un currículum, no es una recopilación de apuntes, no es un espacio donde reflejar logros ni tampoco lamentaciones acerca de lo que se ha hecho mal. Por otra parte, un portfolio no es un diario del profesor.
Por último, la lectura advierte sobre los peligros inherentes a la herramienta en cuestión: se convierta en una mera exhibición, documente trivialidades y aspectos poco trascendentes, implique demasiado tiempo para su gestión.
En definitiva, el texto aclara muchos conceptos sobre el portfolio, un documento sobre el que vamos a tener que familiarizarnos, no sólo en los primeros estadios formativos, sino también a medio y largo plazo.
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